Fotos de los personajes de "La búsqueda"

WALDEK Chłopiec, który przebaczył nazistom.

 Después de un tiempo prolongado vuelvo a postear una noticia en este blog. Sucedieron varios eventos que me mantuvieron un poco alejada de ...

sábado, enero 18, 2014

Siempre en mi corazón

Copio esta entrada que hice en diciembre en mi blog Blanca Miosi y su Mundo

Cuando en julio del 2011 decidí publicar algunos de mis libros en Amazon, no tenía la menor idea de lo que ocurriría con ellos.  La verdad, en aquellos días no tenía idea acerca de lo que ocurriría con mi vida. Hacía seis meses había perdido a mi compañero de toda la vida, treinta y ocho años no se suceden en vano.  Todavía permanecía en un limbo inducido por el dolor de la pérdida y los meses antececedentes, en los que la enfermedad ganó una batalla que él supo conservar a costa de voluntad y entereza durante toda su vida. 

No podía aceptar que Henry; Waldek para la familia de Polonia y para los lectores de la novela La búsqueda, no estuviese más a mi lado, que no fuese mi primer lector, que no me alegrase todas las mañanas con una sonrisa porque, él era así. Tal como lo describo en la novela, siempre alegre, optimista, servicial y ordenado. Esto último me salva ahora de vivir en una guarida en lugar de un hogar, pues de él aprendí que aunque el mundo se esté cayendo debemos conservar el orden, la organización y, sobre todo: “Ser metódicos nos ayudará sobrevivir cualquier infortunio o desgracia que nos pueda traer la vida”.

Fue así como empecé a recuperar la mía. Día a día fue como si Waldek estuviera mirando lo que hacía y cómo lo hacía. Y gracias a ello logré sobrevivir. Lo confieso ahora, pues no hubiera sabido hacerlo antes, ya que no tenía conciencia de lo que sucedía conmigo. Los primeros meses me dejé llevar por la inercia, hice cosas que jamás hubiera hecho, como un trato con una persona que conocí por Internet, una amiga, que no sé qué me llevó a aceptar y que de entrada no hubiera admitido antes. Lo único bueno de esos primeros meses fue que viajé y me sentí cobijada por viejos amigos, menos días de los que hubiera deseado, todo por cumplir con ese extraño acuerdo.

2008, publicación de La búsqueda, primera edición.
A mi regreso quise retomar mi vida pero ya nada era como antes. ¿Y es que acaso un día es igual al anterior? Cierto que no. Conocí a personas que durante esos meses tuvieron la paciencia de soportar mis arrebatos, mis frustraciones, mis deseos de no seguir viviendo, y puedo decir ahora que gracias a esos amigos sigo escribiendo. A uno en especial, que algunas veces me regaña, un amigo que lo fue de Waldek y seguirá siendo mío hasta que el destino se encargue de hacer su trabajo, como debe ser.

Pero también me fui abriendo a nuevas posibilidades. Aquí en Venezuela conocí a mujeres valiosas, que de manera coincidencial también enviudaron por las mismas fechas, escritoras que me introdujeron en el ambiente intelectual al que tanto había anhelado pertenecer. Tengo amistades en diferentes partes del mundo. Es la magia de Internet, sé que no estoy sola, hay mucha gente que comparte mis inquietudes, y la vida se ha encargado de juntarnos a través de esta vía, la misma por la que en este momento estás leyendo estas líneas.

Antes solo se escribía en libros de papel, se enviaban cartas a través del correo y un cartero las llevaba o traía a casa. Hoy todo se resume en segundos, todo vaga en las redes, en ese algo que sabemos que existe pero que no podemos definir con exactitud, y creo que el mismo Dios puede enterarse de lo que estás escribiendo porque todo queda en el espacio. Así que Henry, Waldek, Waldusiu, como decía tu madre, ya ves que llevo una vida ordenada, organizada, todo a su hora y en el día justo, que cuando se está solo es mejor no perderse en divagaciones, y eso lo sabías tú mejor que nadie. Es lo que te ayudó a sobrevivir.  Solo que no estabas preparado para que la muerte en un zarpazo artero te jugase una mala pasada. Estuviste preparado para luchar con lo tangible. Lo otro no era cosa tuya. Las enfermedades eran para los demás. Lo he comprendido.

Donde sea que te encuentres, Waldusiu, quiero que veas que lo estoy haciendo bien. Que estés orgulloso de mí, que tantos años a tu lado valieron la pena, y que sigues estando en mi corazón.

Hasta pronto, mi amor.

Blanquita, como siempre me llamabas.