Fotos de los personajes de "La búsqueda"

WALDEK Chłopiec, który przebaczył nazistom.

 Después de un tiempo prolongado vuelvo a postear una noticia en este blog. Sucedieron varios eventos que me mantuvieron un poco alejada de ...

martes, marzo 20, 2012

La búsqueda, Blanca Miosi, una reseña de Mayte Esteban

A veces los libros llegan a uno por los caminos más insospechados. A veces están en un cajón de supermercado y los rescato, otras llegan en un correo electrónico, a veces el mismo autor me busca y me propone su lectura… Nunca prometo una reseña porque una vez reseñé un libro por compromiso y me sentí incómoda con el resultado. Me parecía que el hecho de que el autor hubiera puesto su confianza en mí merecía al menos una reseña que no hiciera daño, pero se me quedaron cosas en el tintero que querría haber contado. Las guardé por respeto pero me juré que no lo iba a hacer más. Nadie me paga por esto, no debo nada a nadie, por lo tanto tengo el derecho de decidir si cuento mis impresiones sinceras sobre una obra o no.

Dicho esto, podréis deducir que este es un libro que me ha gustado muchísimo. Contaré cómo llegó La Búsqueda a mis manos. Realmente fue tras una búsqueda. Mi hijo mayor vio la novela de Blanca Miosi en un blog y como es un apasionado de la Segunda Guerra Mundial el argumento le atrajo. El hecho de que Waldek Grodek, el protagonista, en el arranque del libro tuviera casi la misma edad que él despertó su interés inmediato. Me pidió que lo descargase de Amazon, pero no me gusta que lea en la tablet por costumbre, es pequeño y quiero cuidar su vista, y había visto que este libro de editó en papel en España. Me puse en contacto con Blanca y ella me indicó la manera de conseguir uno de los pocos ejemplares que quedan todavía. En la librería de Madrid que lo conservaba tuvieron un problema con el servidor de internet y cuando ya pensábamos que no lo íbamos a conseguir… ¡bingo! Recibí una llamada telefónica del librero. Al día siguiente estaba en nuestras manos. De eso hace tiempo pero he tenido que esperar turno en casa para leerlo.

Encaré la novela sabiendo desde el principio que lo que iba a leer no era ficción, sino la vida de alguien real y quiero decir que la sorpresa fue mayúscula, no sólo porque la narración no era un mero relato encadenado de sucesos. La trama de la vida de Waldek Grodek se sucedía, bien hilada, como en cualquier libro de ficción, posibilitándome, como lectora, un seguimiento de los hechos por un lado y un sentimiento de empatía con los sucesos por otro lado. Es que no es difícil, una vez que te sumerges en sus páginas, no sentirte en la piel del protagonista mientras está preso en los campos de extermino nazi, es imposible dejar de lado el hambre, las palizas porque sí, el sufrimiento y la impotencia que generan en alguien muy joven en ese momento la barbarie que está viviendo.

La narración, en primera persona, contribuye a acercar la historia. Sientes que el mismo Waldek te transmite sus miedos, sus pensamientos, su angustia y hasta su desconcierto. Vives con él sus experiencias vitales, sus amores y los éxitos que logra en su dilatada vida.

Superados los durísimos comienzos, la manera en la que Waldek se enfrenta a las situaciones que va encontrando en su vida hacía que cada vez más me imaginase una película. No me ha extrañado nada que Blanca se plantease a la ardua tarea de convertir la vida de su esposo en novela, porque lo que le fue pasando a lo largo de su vida lo merece. No creo que haya muchas más personas que hayan sobrevivido a los trabajos forzados en los campos de concentración y al atentado del 11 de septiembre en Nueva York, por mencionar sólo dos circunstancias de las muchas que aparecen en el relato.


No me gusta destripar los libros, me gusta saborearlos, quedarme con las sensaciones y transmitirlas para que seáis vosotros quienes, cuando la novela caiga en vuestras manos, la disfrutéis desde la perspectiva de algo nuevo. Yo, desde aquí, sólo os digo una cosa: merece la pena el tiempo que le dediquéis.

Al margen de lo que la historia relata, he tenido, como me pasa siempre que leo la vida de otro, la sensación de sentirme transportada a recuerdos propios. No tienen nada que ver con la guerra, por fortuna no he vivido nada de eso, pero una sola palabra despertó un recuerdo olvidado. La palabra es "cholo". Hace años, en cuarto de carrera, tuvimos una profesora de intercambio. Me siento un poco idiota por no recordar su nombre con claridad, creo que era Carmen, pero lo que sí recuerdo con intensidad es el apuro en el que mis compañeros y yo la pusimos. Mi profesora era peruana, vagamente recuerdo que venía de la Universidad Católica de Lima y le habían encomendado la misión de darnos clase, por un año, de geografía descriptiva de España. Cuando se presentó como peruana y nos habló del temario le pedimos que cambiase su objetivo, si era posible. Al fin y al cabo, los proyectos de geógrafo que éramos, teníamos bastante clara la geografía de nuestro país y desconocíamos todo sobre Perú. Se sorprendió y supongo que en el fondo le hicimos una faena, llevaba todo el verano preparando la asignatura, pero accedió. Durante un curso, Perú fue una asignatura de la que incluso me examiné. No me resultaba lejano nada de lo que me contaba Blanca en su novela de aquel país, recordé con nostalgia ciudades que nunca he pisado como Piura, Nazca o Iquitos (de donde era el marido de mi profesora) y cómo nos contaba, con pasión, lo que amaba a su país. Recordé que antes de eso no sabía que era el guano, ni que había sido crucial, en un momento determinado, para sacar la economía de ese país adelante. Oí hablar, de sus labios, por primera vez, del fenómeno del Niño.

Cuando Waldek se traslada a Venezuela, me pasó un poco lo mismo. Familiares míos, por cuestiones laborales, vivieron en Caracas muchos años. De hecho, una de mis primas que creció allí, sigue conservando el acento venezolano, muy gracioso si la escuchas al lado de sus hermanos, que tienen acento mexicano. Recordé las veces que mi tía María, que murió hace poco más de un año con 102, me contaba lo poco que le gustaba Caracas porque donde vivían no se podía pasear. Recordé como mi primo me decía que en las noticias sobre la guerra de Bosnia, a diario, nos hablaban de los muertos que eran siempre bastantes menos de los que había en Caracas en una semana cualquiera sin que el mundo le diera importancia a lo que allí estaba sucediendo.

Y, finalmente, Polonia. He visto montones de fotos de este país, explicadas con pasión por Iwona, la primera amiga que tuve en Segovia, que es polaca. Su pueblo está cerca de Cracovia y me contó cómo, de pequeños en el colegio, les llevaban a Auschwitz para que nunca olvidasen lo que allí pasó. Curiosamente, a ella lo que más le impresionó fue una habitación llena de gafas. Sintió que un estremecimiento recorría su columna vertebral cuando pensó en el destino que habrían tenido los propietarios de aquellas lentes.

Como ya he dicho, merece la pena la lectura de esta novela, por lo que cuenta y por su poder evocador. Porque, además, es una historia de superación personal.
¿Le daréis una oportunidad?

Mayte Esteban,

lunes, marzo 12, 2012

Alex, un lector de doce años reseña mi novela La búsqueda

Alex es un niño de doce años hijo de una amiga mía: Mayte Esteban.  Un lector avezado pese a su edad y que, como muchos de los que nos dedicamos ahora a la escritura lee con pasión.  Lograron conseguir La búsqueda en versión impresa y copio aquí sus impresiones:

AUTOR: Blanca Miosi
TÍTULO: La Búsqueda.
ILUSTRADOR: No tiene.
PÁGINAS: 320

RESUMEN

Waldek Grodek es un chico de 12 años que vive en Varsovia cuando estalla la Segunda Guerra Mundial. Le pilla en una casa de campo y su padre tiene que irse a la ciudad porque trabaja en el ayuntamiento. Tras pasar unos días en un refugio decide salir y le pilla un bombardeo del que sale vivo. Cuando finalmente salen del refugio Hitler ya había tomado toda Polonia y él incluso le ve en un desfile. Cuando cumple 13 años decide apuntarse a un grupo de la resistencia polaca llamado A.K. que significa resistencia no comunista. Un día deciden quedar sus amigos y él en un campo para practicar el dominio de las armas. Los nazis los pillan y les llevan a un interrogatorio donde les dan una gran paliza. Les llevan a una prisión donde pasan unos meses condenados a muerte, pero el día que dicen su nombre los llevan a un campo anexo a Auschwitz. Pasan unos meses y los trasladan a otro campo, Mauthausen-Gusen. Allí un oficial nazi lo protege muchos días en la cadena de montaje de aviones y le da comida. Recibe cartas de su padre con puntos encima de las letras y cuando recoloca esas letras puede saber lo que pasa en el mundo.


Aguanta hasta que se acaba la guerra y cuando está en el hospital recuperándose decide alistarse en el ejército americano, con los tanques. El primer día un niño dispara un obús contra su tanque y le parte la tibia. Cuando vuelve al hospital un médico nazi le recupera la pierna que podía haber sido amputada. Sólo necesitó un hueso de una persona de su mismo grupo sanguíneo. Vuelve a Varsovia donde encuentra su casa destruida y entre los escombros encuentra una nota de su madre que le dice que se han ido a Praga con su abuela. Le cuentan que creen que su padre está muerto pero él les dice que ha recibido cartas suyas y al final de dos semanas aparece.


Le regala una moto y una especie de taxi antiguo donde traslada personas y trabaja olvidando sus estudios. Su padre se enfada con él y deja de hablarle. Al final vuelve a estudiar y las prácticas las hace en Alemania con su amigo Stefan. Su tía Nelly le consigue unos billetes a Perú, donde había querido ir siempre. Empieza a trabajar y una amiga suya se muere. Una mujer lo acusa de violación y tiene que vivir con ella casi diez años sin poder apartarse mucho de ella porque si no iba a la cárcel. Se tuvieron que casar. Tiene un hijo, Henry, al que no ve porque su madre lo mantiene apartado de él. Waldek tiene unas plantaciones de algodón en las que consigue mucho dinero. Cuando se separa de esa mujer, por fin, empieza a trabajar con un árabe que vende telas y después conoce en una exposición de arte a una mujer con la que se casa. Él cree que se llama Helga pero no es así. Su jefe, Keller, le da una nota diciéndole que se ha ido del país. Resulta que Keller tampoco es su nombre real, sino que se llamaba Köing y fue oficial en Mauthausen-Gusen. Firma un trato y se queda con todo el dinero de Keller y este desaparece. Sólo tiene que ingresarle el dinero en una cuenta. Se da cuenta de que los que persiguen a su jefe y a su esposa son judíos que intentan encarcelarlos. Después de unos años se va a Venezuela y Helga regresa. Se vuelve a casar y tras dos años asesinan a Helga. Cristina, su hermana, le dice que vaya a Ginebra a cobrar unas indemnizaciones por haber estado en los campos de concentración.


Decide irse a vivir a los Estados Unidos y al poco de llegar tiene una cita con una señora en una de las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Con casi 80 años consigue sobrevivir y tranquilizar a varias personas con las que baja las escaleras y sale de la Torre Norte. A los pocos minutos se oye otro estruendo y ve por la televisión de una cafetería el segundo impacto de avión en la otra torre.
Decide volver a Venezuela y se une a unas manifestaciones contra Hugo Chavez. Recibe una carta de su hermana diciendo que su madre ha muerto a los cien años.


OPINIÓN PERSONAL


Me ha encantado el libro, lo he leído devorándolo, aunque me han regañado un poco por quedarme leyendo hasta la madrugada. Ha sido muy difícil resumirlo porque le han pasado tantas cosas que hasta alguna creo que se me ha olvidado. Me sorprende que un hombre haya tenido una vida tan intensa. Lo que más me ha sorprendido es que corriera con 80 años por salvar su vida en Nueva York. Ahí comprende que ha acabado su búsqueda. Yo creo que buscaba la felicidad pero se ha dado cuenta de que es imposible que en el mundo haya siempre paz y felicidad.

De todos los libros que me he leído es el que más me ha gustado. Ahora quiero leer El legado.

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