Antes de abrir La búsqueda conviene que el lector sepa qué es lo que tiene entre manos. Una novela, sí, pero no una novela cualquiera. La búsqueda está basada en la biografía de alguien muy cercano a la autora: su esposo. ¿Y qué tuvo de especial la vida de su esposo para inspirar un novela? El fue, entre los catorce y los dieciocho años, uno de los internados en los campos de concentración nazis de Auschwitz y Mauthaussen. No por judío, que no lo era, sino por participar en la resistencia polaca, su país de nacimiento.
Esta circunstancia da a La búsqueda el valor de un documento histórico. La primera mitad de la obra, aunque novelada, se ajusta fielmente a la realidad. En el blog de la autora se puede ver fotografías reales de los escenarios y personajes: de Waldek, de su amigo Stefan, de doña Sofía, de la tía Nelly, hasta de la ardiente italiana del Americo Vespuci, de la cabaña donde Waldek fue apresado, de la perra Aza... Todo ello tan familiar para quien haya leído la novela. Casi no podía creerlo, después de haberlo tomado por pura fantasía. En la segunda mitad hay algo más de trama imaginada, pues se extiende a lo largo de los siguientes cincuenta años.
La búsqueda es por ello una novela excepcional, una experiencia única pues sabemos que lo que se cuenta es verdad, y fue tal como se cuenta. Cómo un niño de nueve años pasó de jugar en el jardín de su casa a vivir en una Varsovia ocupada, algo después a entrar en un campo de exterminio, a trabajar como un esclavo en otro, a ser liberado --paradójicamente el momento más peligroso fue cuando el campo quedó sin control, tras la huida nazi--, a enrolarse en las tropas americanas... Contado en primera persona, conociendo de primera mano las sensaciones, los pensamientos, el día a día y las claves para la supervivencia. Y todo ello, por supuesto, marcando el resto de su vida. Una vida azarosa en la que, según sus propias palabras, "hay demasiada injusticia para intentar pasar cuentas".
Waldek, el protagonista, tardó cincuenta años en decidirse a contarlo. No ha de ser fácil reencontrarse con esos recuerdos. Pero debían ser contados y tuvo el valor de hacerlo. Lamentablemente él murió en 2010, aunque para todos los lectores de La búsqueda vivirá eternamente en nuestra memoria.
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